martes, 31 de diciembre de 2013

Citas (poco) célebres: Russell T. Davies


¿Debe preocuparse un guionista de que sus personajes resulten simpáticos? Esta suele ser una preocupación de gente que no escribe, de productores y ejecutivos. Hace años creé un culebrón llamado Revelations. Cuando se presentó el proyecto, uno de los ejecutivos de Carlton Television djjo: “Ninguno de esos personajes resulta muy simpático”. Y Peter Whalley, un veterano guionista de culebrones, que estaba sentado en un rincón de la sala, chupando su pipa, dijo: “Simpático está muy abajo en la lista de adjetivos utilizables”. Bendito sea.
Dicho esto, Doctor Who está pensado para que tenga muchos personajes que resulten simpáticos, ya que [en sus episodios] pasan muchas cosas. Hay que inventar monstruos, tramas, mundos, sociedades, por lo que hasta personajes bastante complicados, como Rose, son, en cierto sentido, esbozos que deben redondearse con una buena interpretación. El que un personaje sea simpático es una simple atajo para meterte deprisa en una historia. Por ejemplo, un personaje antipático iría contra las convenciones asumidas de la serie, por lo que te retrasaría. Hasta Donna debió suavizarse a medida que progresaba [el episodio de] Novia a la fuga. Que a Penny le den calabazas hace que te caiga automáticamente bien. Pero estamos hablando de escenas que sólo duran unos minutos, ya que, en realidad, Penny está ahí para ser perseguida por monstruos. Lo de las calabazas sirve para atajar. Si Penny fuera una persona horrible y fuera ella quien le hubiera dado calabazas a alguien y se riera de ello (bueno, ya resulta increíble en este ejemplo tan burdo), sería una persona mucho más complicada, y habría que dedicar mucho tiempo a conocerla y a empatizar con ella, cuando el capítulo no va de eso. Hay necesidades más importantes que gritan: “¡Acaba con esto de una vez! ¿Por qué no han salido ya los monstruos?”
En otras series de televisión... Bueno, piensa que la mayoría de la gente es simpática, o va por el mundo con alguna versión de una personalidad que espera que sea simpática. Así es como se va por la vida. Podrás ser un guardia de las SS, pero querrás llevarte bien con los demás guardias de las SS. La clave de un personaje radica en que sea honesto. Si los actos de un personaje resultan creíbles, el personaje funcionará. Y entonces será irrelevante que te caiga bien o mal. Uno de los mejores ejemplos que hay de personajes antipáticos es Las relaciones peligrosas. Es la historia de dos monstruos en guerra, de dos seres viles y sádicos, pero te encantan, y lloras por ellos al final. La escritura es brillante. Esos personajes son tan fieles a sí mismos que acabas por admirar y comprender a unos monstruos.
[...] Mi labor como escritor no consiste en preocuparme por seguir un consenso invisible que sólo quiere algo agradable y puñeteramente soso. Dejemos que los cabrones resulten encantadores, dejemos que los héroes sean débiles, y entonces cobrarán vida.
Russell T. Davies (guionista de televisión), 
en el estupendísimo libro Doctor Who. The Writer’s Tale, 2008.



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