viernes, 25 de julio de 2014

AIR MAIL, por Atilio Micheluzzi

En algún momento de esta semana ha debido salir a la venta el Air Mail de Attilio Micheluzzi. Es un tomo integral recopilando las cuatro aventuras de la serie, cuatro aventuras con sabor al antiguo Hollywood, cuatro historias que podrían estar protagonizadas por Clark Gable y Mirna Loy (por ejemplo), cuatro historias, en suma, muy de Micheluzzi, amante de la narración al estilo clásico. 






















Si hay alguna obra cuyos mecanismos artísticos y narrativos entiendo a la perfección suele ser una que he traducido. No me queda más remedio si quiero poder ser fiel a la obra original. De ahí que muchas de las reseñas de cómic o de literatura que he hecho a lo largo de los años hayan sido de obras traducidas por mí. Y normalmente prefiero hacer las reseñas de obras que me han interesado mucho o que me han divertido o que, me temo, que no van a tener la repercusión considero se merecen. Y en este último caso está Air Mail, cuya publicación me alegra hondamente y que merecería ser recompensada con el éxito.

Debo confesar que me lo he pasado en grande traduciéndolo. Nunca me había topado con alguien tan descarado dibujando y escribiendo. Conocía a Micheluzzi de antes, pero había leído su Johnny Focus y su Roy Mann hace más de veinte años y sólo tenía un recuerdo difuso y agradable de él. Me he encontrado con un autor que empieza a trabajar con una idea más o menos clara de a dónde quiere ir para luego ir improvisando sobre la marcha hasta alcanzar el final de la historia. Aquí no hay un hay una estructura férrea y precisa como un reloj, sino una improvisación gozosa a partir de un sencillo esqueleto argumental previo, apoyada en unos diálogos frescos, simpáticos y divertidos, y en un narrador en tercera persona tan desenfadado que tiene flashbacks propios al margen de la historia y que en ocasionas hasta le cede la palabra a los protagonistas. Igual sucede con el dibujo, hábil y muy bien iluminado, que alterna escenas de resolución brillante con otras rematadas a cien por hora y/o de forma desconcertante, pero siempre de una forma que denota la diversión del propio autor.

En todo, este integral da una idea de porqué Attilio Micheluzzi es considerado un clásico italiano. Aventura en estado puro que se lee con una sonrisa. Espero que haya más.

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